Hágale, que el amor es lindo
¿Qué es el amor? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es una pareja exitosa?
Para mí, más allá de un montón de conceptos arraigados y muy cliché, el amor es una colección de momentos compartidos: lindos, tristes, difíciles, triunfos, fracasos… en los cuales dos personas imperfectas —porque no hay nada más imperfecto que el ser humano y el amor— deciden unir sus caminos, dar lo mejor de sí y elegirse cada día para construir, para mí, el mayor y mejor proyecto de vida que uno puede proponerse.
Una relación de pareja es lo más difícil, complicado y perseverante que existe. Porque cuando recién te conoces, estás “drogad@” con todas esas hormonas de bienestar y felicidad, y ves todo perfecto: que el man está rebueno, que la vieja es divina, que el polvazo, la rumba y el guachu-guachu… todo super cool. Pero luego empieza la realidad, a deconstruirse ese cuento de hadas y llegan las siguientes etapas del amor.
No las voy a nombrar porque no soy psicóloga ni terapeuta ni nada de esas carajadas, pero sí tengo un gran amor actualmente. Y tuve otros, no tan grandes, pero sí importantes, porque soy de relaciones largas. Y puedo hablar con conocimiento de causa sobre las diferentes etapas que vivimos.
Puedo decir que mi mejor relación es la actual. Porque, entre otras cosas —sin quitarle mérito al papacito que tengo de pareja—, aprendí de las otras relaciones y aprendí de mí. Lo más importante que hay que tener es paciencia, calma y perseverancia, además de muchas soft skills o habilidades blandas que debo trabajar en mí misma.
👉 Tengo que sanarme yo y construirme. En el momento que eso sucede, ya puedo construir en pareja y empezar el proyecto del amor. Así tal cual.
Ningún gerente de proyectos, ningún CEO llega de la noche a la mañana a ese cargo y a dirigir una empresa. ¡No! Han pasado por un montón de procesos, estudios, experiencias y aprendizajes para llegar a donde están. Y el amor es igual: es un gran proyecto de vida que requiere concentración, dedicación y aprendizaje si quieres llegar a esa relación exitosa, feliz y/o para toda la vida.
Es decir, como dicen los venezolanos: “Tienes que echarle bolas”.
Y como decimos los colombianos: “Hay que meterle la ficha”.
Así que nada: hay que darle, darlo todo y aprender de uno mismo.
💡 Algo que me ha servido mucho y quiero compartir:
Normalizar lo malo, lo feo y lo triste.
¡Normalicen las peleas! No para estar peleando todo el tiempo, porque la idea es hacerlo cada vez menos, sino para que cada mal momento no se convierta en una terminada ni algo determinante para la relación.
A mí —bueno, a nosotros como pareja— nos pasaba mucho que cada vez que peleábamos, terminábamos. Y eso duele mucho, preocupa y lesiona el corazón. Y no hay necesidad.
En el momento que uno entiende que no es perfecto, que no es ideal, que no es lo mejor del mundo mundial, y que tiene defectos o cosas que al otro no le gustan, y que muchas veces uno se cae gordo… y aun así eso no mata el amor, ahí ya ganó.
No pongas en tela de juicio el amor que se tienen por una discusión o un malentendido, porque son cosas completamente diferentes. Lo que el otro haga o no haga, así sea feo y duela, no necesariamente tiene que ver con el amor que te tiene. No te lo tomes personal y verás que todo eso es parte del paquete.
Cuando dejas de romantizar e idealizar el amor, y entiendes que es un camino de altibajos de un par de humanos que no tienen ni idea de cómo amar —porque a nosotros nadie nos enseña eso, lamentablemente—, y pones en una balanza lo bueno, lo malo y lo feo, y siempre gana lo bueno, pues sigue echándole bolas.
✅ Mi último tip:
Haz una lista de negociables y no negociables.
Eso es importantísimo y es super personal, porque lo que para mí es supergrave, para ti puede ser una bobada, y viceversa. Socialízala con tu pareja y hagan acuerdos, y verán cómo se les mejora la vida.
Esa lista se revisa cada tanto, y lo ideal es que, si estás en el camino de la sanación personal y de pareja, al principio tendrás más no negociables que negociables, porque uno empieza con mucha vaina interna: egos, soberbias, prepotencias que lo atan.
Pero luego, con el tiempo, vas dando la vuelta. Y en la medida en que tengas menos no negociables en tu vida, y que los negociables y la aceptación sean parte de tu normalidad, mi querid@… ¡ahí sí empezaste a gozar de las maravillas del amor!